En campaña permanentemente
El comportamiento de los revolucionarios debe estar precedida siempre
por la capacidad de análisis del momento histórico, de esta lectura depende en
mucho el desarrollo efectivo de las futuras acciones, en esta etapa del proceso
cuando se coloca en juego la permanencia de la revolución, cuando esta depende
de un resultado meramente electoral vale entonces preguntarse:
¿Cuál es la estrategia a seguir para transcender más allá del simple
acto de votar? ¿Será acaso que una revolución como la nuestra dependa en grado
sumo del elector inconsciente? Es preciso partir de una breve
caracterización de los escenarios, veamos;
Llevar a cabo la empresa de construir el socialismo sin quebrar el viejo
estado liberal burgués es un suicidio, pretender aletargar el rompimiento de
las entrampadas reglas impuestas por la vieja cultura seria propiciar la
modorra política, el estancamiento y acorto tiempo el restablecimiento de lo
anterior.
Los revolucionarios debemos declararnos en campaña permanentemente, la
connotación del evento electoral no debe ser el tradicional circo mediático, o
aquella exposición de maquinarias del marketing publicitario, de lobby
empresarial, de las acciones de compra y venta de votos como que si de un
mercado persa se tratara, por el contrario se trata de vitalizar la militancia
en torno a escenarios más dignos, con mayor carga de argumentos; no podemos
dejarnos confundir por el enemigo, el de adentro y el de afuera, la continuidad
de la revolución determina posibilidades de continuar la construcción de una
sociedad más justa.
Otro aspecto a resaltar en tiempos electoreros es como algunas figuras públicas
que ostentan cargos de elección popular se dedican a la “decoración y el ornato”
entonces realizan esfuerzos supremos en actividades que les son propias de sus
responsabilidades dejándose ver la torpeza y ganándose la crítica de la
sociedad, a menudo observamos el asfaltado que en innumerables oportunidades los
vecinos, conjuntamente con las vocerías respectivas de los consejos comunales
entre oficios le habrían solicitado hasta el cansancio. La campaña permanente
nos estimula a la efectividad de nuestras responsabilidades como actores
principales en la sociedad que deseamos construir, pero esta no vendrá por
acción divina, será el producto del trabajo necesariamente revolucionario, emancipador
y transformador.
Por más de una década hemos transitado por los caminos escabrosos de los
procesos eleccionarios, todos y cada uno de ellos con sus diferencias de matices respectivas, en cada oportunidad
ha tenido particulares patrones que le son propios a estos eventos; su
intensidad está marcada no por lo que hemos estado construyendo, si no, por lo
que la derecha recalcitrante impone como ritmo según su nivel de locura, o
mejor aun según el guion dictado desde el norte.
Estamos llamados a grandes objetivos, es insoslayable elevar el discurso
político, el reconocer las fallas no nos hace menos revolucionarios, por el
contrario auspicia el crecimiento, fortalece la moral, estimula a la
militancia, nos hace más dignos de estar en el escalafón más alto de la especie
humana, como nos diría el Che.
Muy a pesar de la cantidad de inscritos en el PSUV sabemos a ciencia
cierta que no todos propenden al trabajo político, muchos están como caimán en boca de caño, a la espera de dar el
zarpazo que los coloque en mejores condiciones económicas sin tener que
trabajar mucho, es preocupante como se viene gestando una rara especie de
desmerito del trabajo, la importancia que tiene para toda sociedad el
desarrollo de sus fuerzas productivas, en cambio se estimula la erradicación
del pensamiento de trabajo como elemento del desarrollo de la personalidad,
impulsado por la búsqueda de la construcción del “estado de bienestar” cuyo
resultados es sumamente alienante.
Un campaña permanente debe estar en manos del poder popular, no como una
delegación o mandato simbólico, aguda y desabrida; no, se trata del ejercicio
efectivo, a través de las diferentes organizaciones de base, con la
participación real de la amplia mayoría, en los asuntos públicos, declararnos
en campaña permanente es infinitamente más que la atención de los problemas
puntuales de una comunidad, es el abordaje integral de las fuerzas
revolucionarias en la suprema empresa de conquistar la definitiva
independencia.
Damaso Díaz
socialistasiempre@gmail.com
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